Sobre "Perdido en la casa encantada" de John Barth




La "Nota del autor" con que inicia este libro de relatos pone en escena una oposición bastante frecuente en el ámbito literario (sobre todo cuando se trata de la mal llamada "alta literatura", en obstinada guerra con la "literatura popular"). Se trata de la antinomia entre voz e impresión. Discutir este asunto podría desembocar en una larga serie de opiniones que apartarían al presente comentario de la literatura clásica, y aventuro decir que el experimento sacaría la discusión del contexto de la obra de John Barth. Sin embargo, considero relevante consignar algunas de las reflexiones que pueden encontrarse en o respecto a la Historia de la Literatura (cuyos autores son incontables). Así, en los comienzos de su camino occidental, con la épica, la poesía y el drama, la creación literaria estuvo directamente vinculada con la voz. La Ilíada y la Odisea apelaban al oído, no a la vista, pues además de ser recitadas se acompañaban de la melodía que salía de la forminge. Por otra parte, aunque el Libro del Génesis, primer capítulo de la Torá y de la Biblia, fue redactado entre el 950 a. C. y el 500 a. C., existe la hipótesis de influencias de tradiciones orales. Sócrates negó la escritura; pero Platón, el inventor, junto a Jenofonte y Aristófanes, del Sócrates que conoce la actualidad, elaboró una gran cantidad de escritos. Los egipcios inventaron el papiro; los chinos, el papel; Gutenberg, la imprenta. Así empezó el gobierno de la vista, según McLuhan. Pero, por su parte, John Barth retorna, en Perdido en la casa encantada, a las posibilidades que ofrece la escucha. En realidad, es un retorno posibilitado por el desarrollo tecnológico: para Barth, la grabadora es el puente que conduce sus relatos a una percepción nueva, por olvidada, pero tan antigua como la literatura misma; para Kadaré, en El expediente H., el magnetófono es el salvavidas para la épica que se ahoga en regiones abandonadas de Albania y Serbia. Este puede considerarse un guiño architextual no solo respecto a la literatura griega sino también a los inicios de la literatura en general [pero esto podría rebatirse desde la postura de Derrida, quien consideraría esta afirmación como un producto del logocentrismo].
Sobre el primero de los cuentos sería difícil establecer puntos de conexión con la literatura clásica griega. Se titula "Cuento construible". Adjunto dos imágenes porque me resultaría imposible describirlo (no creo poseer la capacidad de que hace gala Homero en el Canto Segundo de la Ilíada. ¿Debería invocar a las Musas?).



Parece simple el cuento. ¿Dos páginas? Ningún problema. Sin embargo, esta historia invita a detenerse, a examinar sus signifiaciones, su «secreta complejidad» (por utilizar una expresión de Borges, que es citado incontables veces por John Barth). El análisis de Ben Blumson señala que "Cuento construible" implica una inteligente apreciación de la recursividad del lenguaje. Es asombroso que con un número limitado de elementos se pueda construir un número ilimitado de enunciados; también sorprende que con una inteligencia limitada seamos capaces de comprender infinidad de historias. Asimismo, es motivo de desconcierto la puntuación de esta historia. Si bien no rompe con ninguna de las reglas de sintaxis del inglés (tampoco con las del español), su determinación gramatical es imposible de hallar. No tiene comienzo, por tanto, ¿dónde debe ir la letra capital? ¿Dónde, el punto final? Recuerda, en este sentido, al Finnegans Wake de Joyce. 
¿Qué tiene en común este cuento con la literatura clásica griega? Algo hay. A nivel estructural, "Cuento construible" logra lo que cualquier clásico logra en la recepción, en el lector; a saber, la sensación de que siempre se está al inicio, de que jamás se termina de leer la Teogonía de Hesíodo... Como dice Calvino, «Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo ...»».
Quisiera citar al autor. En una entrevista dijo:
"When I first was beset by the muse of the short story back in the 1960s, I decided since I’m a long-winded novelist, I’m going to start by writing the shortest story in the English language, which at the same time would be an infinite story that would go on forever. I was under the influence of a wonderful Argentine writer, Jorge Luis Borges. The story goes like this, “Once upon a time there was a story that began.” It’s called “Frame Tale” and it’s meant to be put on a mobius strip, one of those guys that goes around – it’s a circle with a twist, as is the book that follows it, so it’s an image for the book that follows it. So “Once upon a time there was a story that began, once upon a time there was a story that began,” it’s short on character, it’s short on plot, but above all, it’s short, and that’s what short stories are all about. And it does remind us of the infinite imbeddedness of the narrative impulse in human consciousness. I like to think if Scheherazade had had this little gadget, her problems would have been solved, the king would have gone to sleep, she could have started her novel, the end."
El segundo relato de esta colección se titula "Viaje por el mar nocturno". Desde el título se anuncia una relación de intertextualidad con la Odisea. El motivo del viaje determina tanto al héroe homérico como al espermatozoide, protagonista del cuento de Barth. Sin embargo, establecer esa similtud es dar un paso apresurado y tropezar con una primera diferencia: Odiseo solo viaja de día (Adorno y Horkheimer podrían identificar en esta circunstancia la aventura de la razón; además, los feacios, que son quienes devuelven al Laertiada a Ítaca, serían la racionalidad extrema, aquella que puede superar a los dioses y que no reconoce el dominio de la Noche), mientras que el espermatozoide, en calidad de antihéroe, recorre un mar nocturno (que Jung conecta con la depresión y la neurosis, y además caracteriza a la travesía como un descenso al inconsciente). Por otra parte, es fundamental reconocer a ambos personajes como narradores de sus propias historias, solo que el espermatozoide de "Viaje por el mar nocturno" no tiene público, su narración es una especie de monólogo dramático.
Pero, además, a diferencia de Odiseo, el gameto hace filosofía, elabora teorías de la vida; puesto que sus referentes no son estables, elabora sucesivas alternativas a la razón de su existencia, no se autoafirma a partir de la acción porque encuentra en esta una de las caras de la derrota. Dice el espermatozoo: «Muchas explicaciones de nuestra situación me parecen admisibles: dónde estamos, lo que somos, por qué nadamos y hacia dónde». En consecuencia, esta es una odisea a la que se ha restado el conocimiento de sí del protagonista, tanto como el conocimiento de su fin y de su lugar. Por si fuera poco, al final del cuento, el espermatozoide niega el amor (cuando Odiseo y Penélope lo afirman). Dice: «Tú, el ser que probablemente estoy a punto de convertirme, quienquiera que seas: con la última sacudida de mi verdadero yo te suplico que me escuches. ¡No es el amor lo que me sostiene!».
Para concluir, existe una alusión a las sirenas en el siguiente fragmento: «Tú, a quien, a través de quien, hablo, haz lo que yo no puedo: ¡pon fin a esta actividad brutal e inútil! ¡Cubre tus oídos para no oír la canción de Ella! ¡Aborrece el amor!».
En adición, un punto medio entre el cuento de Barth y la Odisea sería el poema The Sail of Ulysses de Wallace Stevens (¡uno de mis poemas favoritos!).
Aparte. Me gustaría destacar la referencia que se hace en este relato al poema Howl de Allen Gingsberg. Barth transforma el famoso inicio de Howl («I saw the best minds of my generation destroyed by madness [...]») en la siguiente frase: «He visto hundirse hundirse a los mejores nadadores de mi generación» («I have seen the best swimmers of my generation go under», en el original). A mi juicio, la metáfora del nadador enriquece el hipotexto.


De "Ambrosio y su marca", el tercer cuento, solo quisiera rescatar que, en la mayoría de mitologías, pero específicamente en la griega, todo héroe tiene una marca de nacimiento. Odiseo, Belerofonte, Aquiles, Edipo y Heracles tienen algo que los hace reconocibles. Así también, Ambrosio es un niño que lleva en su rostro un dibujo púrpura, con una forma similar a la de una abeja.
Otro elemento intertextual puede ser la ausencia de nombre. Odiseo se vuelve Nadie para salvar su vida en la cueva de Polifemo. En cambio, Ambrosio inicia su vida sin tener nombre.
El proceso de cavilación con que termina el relato es magistral:
«La misma actitud compleja que uno tiene hacia su propia cara, su propio cuerpo, su propia identidad, la tiene también hacia el nombre que le ponen, en cuya elección uno tampoco tiene ni arte ni parte. Sería mi destino maravillarme ante ese nombrecito, saborearlo y vilipendiarlo, volverle la espalda, escudriñarlo tanto que se desharía en jeroglíficos y galimatías, y al final llegar, si no a abrazarlo, al menos a aceptarlo con la fría neutralidad que da la conciencia de uno mismo y que se expresa por medio de una sonrisa remilgada. La Vanidad se inquieta por su nombre, el Orgullo se jacta de él, la Sabiduría vomita al oírlo, la Comprensión suspira; todos viven fuera de él y saben perfectamente que mi señal y yo no formamos una unidad, pero que tampoco llegamos a ser dos entidades separadas.
Sin embargo, basta con pronunciarlo: cuchichear «Ambrosio», como cierta gente lo ha hecho muy pocas veces: ¡mirad cómo todo se retira para responder! ¡Ambrosio, Ambrosio, Ambrosio, Ambrosio! ¡Contemplad esa bestia, inalcanzable, extrañísima, que se pone en guardia en los escondrijos del alma!»

Para finalizar con este cuento, Ambrosio recoge en sí toda una tradición (de la que el tío Konrad hace gala al proponer nombres para su sobrino): Platón, Sófocles, Jenofonte, hasta llegar a san Ambrosio.

A continuación, el cuarto relato, titulado "Autobiografía" (lleva el subtítulo: Ficción autograbada), es una pieza metaficcional que sitúa en un escenario de conflicto a tres voces: el texto, el autor y el lector. Pese a que es un cuento muy audaz y de un gran complejidad, al no encontrar muchos nexos con la literatura griega, pasaré por él brevemente.
Quizá la referencia clásica más fuerte sea la que sigue:
«No todos los niños echados a los lobos acaban en héroes; por cada sobreviviente, una montaña de comida para fieras; por cada Edipo, una ciudad de débiles»
Edipo fue abandonado en el monte Citerón con los pies atravesados por fíbulas. Pero lo que la voz narrativa de esta autobiografía expone es la cara de una desdicha más grande que la del rey tebano. Sí, la tragedia, según la Poética de Aristóteles, presenta a hombres mejores. Mas, la humanidad es lábil. «Por cada Edipo, una ciudad de débiles».
Por otra parte, Barth juega con el doble significado de Danaide:
«Los buitres, digamos, almorzaron conmigo al alba pero no pudieron tragar mi voz que persiste como la Danaide Nauseabunda»
Por un lado, se refiere a una especie de mariposa: Euploea core. Por otro, se relaciona con las Danaides, las cincuenta hijas de Dánao, de las cuales 49 mataron a sus esposos por orden de su padre, quien quería vengarse de su hermano Egipto. Hipermnestra fue la única que no ejecutó a su marido, Linceo. Cuando Dánao intentó condenarla por su desobediencia, Afrodita intervino y la salvó.
Para conocer más de este mito se pueden consultar la tragedia Las suplicantes de Esquilo, las Heoridas y Las metamorfosis de Ovidio, además de las Fábulas de Higinio.

Le Danaidi. Anónimo. I d. C. Basílica subterránea de Porta Maggiore
 
Hipermnestra. Miniatura para la traducción de Octavien de Saint-Gelais (1496 - 1498) de las Heroidas de Ovidio.

En "Mensaje acuático", Ambrosio, que ya apareció en "Ambrosio y su marca", ha crecido y va a la escuela. Al pasar por el callejón del segundo bloque, está encadenado un furioso perro llamado Spitz; Ambrosio termina por bautizar como Escila y Caribdis a ese lugar. A diferencia de Odiseo, Ambrosio no puede enfrentar su miedo y huye del sitio cuando cree que es perseguido por un abeja. Humillado, imagina historias:
«Ahora él era Ulises navegando bajo pesadas nubes como las que había en Los Secretos de la Naturaleza»
También, Peter, el hermano de Ambrosio, pertenece a una sociedad secreta, la Orden Oculta de la Esfinge. Por supuesto, esta es una alusión directa al mito de Edipo y a la tragedia de Sófocles Edipo Rey. Hasta cierto punto, en este colección de cuentos se presenta el desarrollo del engima de la Esfinge: la vida Ambrosio hasta su muerte en la casa encantada.
Al final del relato, Ambrosio encuentra un mensaje en una botella que llega del mar. La nota dice en la línea de arriba:
A QUIEN PUEDA INTERESARLE
Y en la penúltima línea:
MUY ATENTAMENTE
Al igual que Odiseo, Ambrosio tiene la posibilidad de inventar historias (Odiseo lo hace con Eumeo y con Atenea). ¡Esa es la clave para la supervivencia: la ficción!

El relato "Súplica" cuenta la historia de dos siameses desde el punto de vista de uno de ellos, quien dirige una carta a «Su Graciosísima Majestad Prajadnipok, descendiente de Buda, Rey del Norte y del Sur, Árbitro Supremo de las mareas, Hermano de la Luna, Hermanastro del Sol, Señor de los Veinticuatro Parasoles de Oro». Pide ser separado de su hermano.
No acude a mi memoria otra conexión con los clásicos que El Banquete, el diálogo platónico, donde se pone en boca Aristófanes el mito de las personas esféricas que fueron separadas. En el cuento de Barth, la relación no es de comunión sino de odio expreso. Los siameses están unidos de tal manera que uno le da la espalda al otro, la cara contra la parte posterior del cráneo, la barriga contra los riñones. Pero, además, ambos se enamoran de Thalia y la situación se vuelve cada vez más insoportable.
«[...]O, si en nuestro caso es necesaria una unión a algo, que sea hacia algo más compatible y comprensivo: que injerten la Thalia de mi hermano en mi lugar y me unan a mí... a mi propio ombligo, a cualquier cosa menos a él, si la Thalia que yo quiero no puede liberarse para unirse a mí»
¿Por qué al ombligo? Acaso omphalos: oráculo de Delfos. ¿No hay también allí una aposición entre lo apolíneo y los dionisiaco?
Se puede consultar más al respecto en el siguiente estudio de Stephen Nathanson.

Tras una larga jornada, hemos llegado al cuento central de la colección: "Perdido en la casa encantada".
«For whom is the funhouse fun?»
Primero, en este magistral relato subyace la idea de laberinto, de pérdida de identidad. Se habla de «un lugar de miedo y confusión». En el laberinto de historias, ¿quién se pierde? ¿Aquel que pasa con descuido por ellas o quien se interna con gran emoción en sus complejidades?
 «Se murió contándose cuentos a sí mismo en la oscuridad; años más tarde, cuando salió a la luz una amplia zona insospechada de la casa encantada, la primera expedición encontró su esqueleto en uno de los pasillos laberínticos y lo tomaron por parte del decorado» 
No creo haber salido de la casa encantada de la literatura clásica, porque es mi voluntad quedarme y celebrar con Asterión ritos y juegos. Visitar la Odisea o la Teogonía es una experiencia de toda la vida; o un símbolo: el de que todo es ficción, el de que si no es todo ficción más valdría que lo fuera, el de que si la vida intenta oponerse a la ficción podemos escoger imponerle la ficción a la vida. Pero, así como Barth recoge el entusiasmo por contar historias, problematiza los modos clásicos de construcción:
«[...] Por lo tanto cada uno se veía a sí mismo como el héroe de la historia, cuando la verdad podía ser que resultara ser el malo, o el cobarde. Y no había nada que hacer»
A partir de esta cita, ¿en qué posición han quedado los héroes griegos, Aquiles, Áyax, Odiseo, Heracles, Belerofonte? Ambrosio, una vez perdido, puede imaginarse luchando como Ulises contra la casa encantada; pero también fantasea con que una chica escucha las historias que se cuenta a sí mismo y lo deja morir porque desea recoger hasta la última de las ficciones. El relato tiene que ver con la parte más oscura de la Odisea: el descenso al inframundo, la catábasis, pues el reino de Hades es un lugar poblado de narraciones: narraciones de reyes, tragediógrafos y mujeres célebres, narraciones de hibrísticos y de oráculos.
«Ojalá nunca se hubiera metido en la casa encantada. Pero está dentro. Entonces desea estar muerto. Pero no lo está. Por lo tanto, construirá casa encantadas para otros y será el operador secreto... aunque preferiría estar entre los amantes para quienes están pensadas las casas encantadas»
Así finaliza el cuento.
  
Judith Fletcher tiene un ensayo en el que analiza la intertextualidad entre Perdido en la casa encantada y la Odisea:
https://www.academia.edu/10457493/Lost_in_the_Underworld_John_Barth_reads_the_Odyssey




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